BARCELONA -- El Barcelona ganando sin jugar bien. Puede ser. No es la primera ni será la última vez que eso ocurra. Pero, ¿el Barça sin ser protagonista? ¿El Barça cediéndole el balón al Madrid? ¿Y encima ganando? Pues eso, para nada, es tan normal, todo lo contrario, en un Clásico. Y sin embargo el Barça ganó en el Bernabéu con apenas un 35 por ciento de posesión, dominado, en ocasiones arrollado, por un Madrid que le encerró. Y que sobrevivió, ciertamente con una solvencia estupenda de su defensa, contra natura.
Al equipo azulgrana le costó horrores salir desde atrás. Notó en falta, mucho, la pausa e inteligencia de Pedri, le afectó el mal desempeño de Busquets, la nula presencia en ataque de Raphinha y el solitario trabajo ofensivo de Ferran. Pero se mantuvo en pie contra toda lógica provechando que enfrente el rival no supo encontrar la manera de superarle.
No fue para nada un Barça del que se pueda decir que jugó un partidazo. Empequeñecido y hasta desconocido, el primer tercio del partido fue una pesadilla en la que se temía que en cualquier momento apareciera una genialidad de Vinicius o de Modric, un remate de Benzema, una inernada mortal de Valverde... Pero nada de ello se hizo presente más que en dos ocasiones.
Antes de llegarse al minuto de partido la tuvo Modric, en un error de cálculo de Balde, y a los once minutos se le anuló el gol a Benzema. Fueron las únicas ocasiones en que superaron los madridistas a la zaga azulgrana. Firme y segura, muy alejada de la sombría imagen colectiva a la hora de tener en su poder el balón. Más aún de provocar peligro.
El Barça solo remató una vez a puerta, dentro o fuera, en la jugada que desembocó en el gol que decidió el partido, contra seis remates del Madrid y hasta doce centros al área de Ter Stegen. El resumen, curioso, sería explicar que el gol del Barça lo marcó Militao y al Madrid le salvó de la sentencia Ansu Fati.
Claro que también hay que reseñar que el equipo de Ancelotti no remató ni una sola vez entre los tres palos y provocó peligro, real, en cuentagotas porque el conjunto azulgrana fue un muro insalvable en defensa.
El Barça más irreconocible en el Bernabéu se llevó una victoria tan trascendente como inaudita. No se recuerda, ni ganando ni perdiendo, a un Barça tan alejado de si mismo. Pero ganador...